Receta

Cincuenta y tantos kilos
de carne bien formada,
sin grasa, ni pellejos,
aderezos  al  gusto:
sudor, sangre, saliva,
o lágrimas y semen.

Se pone a marinar
en estos jugos,
el tiempo suficiente y necesario
a que el sabor se impregne.

Y mientras se dicen
las palabras mágicas
-lo  más sinceramente
que se pueda-.

Se mete uno adentro
del perol.
Porque este guiso
se come mutuamente.